9.3.09

LXXIV. (Yamila Greco)

el resplandor de la baba
como si fueran dientes
animal que enseña
a concluirme
y el degenerarse tácito
en su tragedia común
el calor de un gesto vivo
anclado a la enfermedad profunda
el espejo no es necesario
más que para acostumbrarme
la gula o la bondad
que me acumulan
en esta jaula
sepulcro de un día
agresivo hasta el instante
soy sólo
bajo un tacto abominable
qué lamer de la muerte
si el rescate es
nacerme de una garra
atorarme los labios
con la imagen descompuesta
de este parirme pretencioso
y el jamás lograr
por no querer
la decisión de arrancar estos ojos
crujir de los fantasmas
el lobo que imagino
atesorado
tras mis costillas latentes
confiarle esta infección
desvío de huesos
de intestinos cortos
o tijeras reparadas por la astucia
si me dejo morir
es arañada a un trastorno visible
amantes en fila
y arruinados
ahora si estupefacta
por esta consciencia
de las cosas qué?
ahogo infinito
si observan como vomita el cielo
por las venas de mi mano
en la perfección
de estos dedos
suficientes para levantar muertos
ustedes incapaces
de mi ceguera
pulso donde
forma y qué
dios y vidrios permanecen
brotes de intuición
que me asemejan
a la carne
ampollas soberanas
de esta luz imposible

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